Si sois del gremio seguro que habréis escuchado frases como «es que tú eso lo haces en un momento…», «eso es solo copiar y pegar…», «no, si yo solo quiero algo sencillo…» o «un amigo me lo hace por mucho menos» son muchas de las frases que posibles clientes repiten.
A veces me pregunto cómo reaccionarían si un tercero fuese a su negocio y les dijese «no, si tu pintas una pared en un momento», «pero si eso es solo atornillar…», «no, si yo solo quiero un alicatado sencillo» o «tengo un amigo que me lo hace por mucho menos»…
Uno de los inconvenientes de mi profesión es enfrentarse a la gratuidad del mundo digital. Hasta el humano menos versado en actividades digitales está acostumbrado a tener una ingente cantidad de contenido o recursos sin tener que pagar por acceder a ellos. Esto lleva una asociación errónea, y por lo tanto a cierta minusvaloración de los profesionales que nos dedicamos a la creación de productos digitales.
Seguro que habéis oído el ejemplo del cerrajero. Te dejas las llaves puestas por dentro, sales y ya la tienes liada. Llamas al cerrajero y con un trozo de plástico tarda cinco segundos en abrirte no sin antes pagar religiosamente un número de tres cifras. Él no te cobra por el plástico ni por los cinco segundos. Te cobra por saber hacer su trabajo y solucionarte una situación (o un problema) que tú no tienes capacidad de resolver en ese preciso instante. Y puntualizo lo del instante porque si tienes tiempo, puedes aprender «cerrajería» y esperar a saber lo suficiente como para abrirte tú mismo la puerta. O incluso buscar un pseudo cerrajero que te deje la puerta echa unos zorros y luego tengas que llamar al carpintero y los albañiles para que te pongan una nueva.
Sí, lo habéis acertado. Yo soy el cerrajero. Yo he invertido mi tiempo, mi dinero y mi esfuerzo en conocer las herramientas necesarias para desempeñar mi profesión y he desarrollado la destreza para ejecutarlas tareas que la componen en un intervalo determinado de tiempo. Y además, en cierta medida para unos y en cierta medidas para otros (el mercado dicta esto) con determinada calidad.
Con el tiempo he aprendido a identificar rápido a los clientes que realmente están interesados en contratarte de los que prefieren que su primo les haga la web. Y no tiene nada de malo siempre que sean respetuosos y coherentes en la forma de expresar que en ese momento no pueden contar con tus servicios, y siempre que no vayan tocando los webs…
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